Animación a mediados del siglo XX

Ya con la experiencia de algunos animadores de Caricolor, Claudio Baña, Leobardo García y Jesús Sáenz Rolón, fundaron Caricaturas Animadas de México. Su primera producción fue el Noticiero cómico que trataba de una parodia de los noticieros, sin embargo, debido a que la animación de los eventos tardaba un par de meses, la parodia de la noticia perdía eficacia. Posteriormente, fue este estudio el que fusionó por primera vez en México la animación con la acción en el filme El diablo no es tan diablo de 1949. A punto de terminarse el trabajo de animación, el estudio se incendió debido a una colilla de cigarro: el productor ordenó que se repitiera todo el trabajo. La compañía no pudo solventar los gastos y tuvo que claudicar.
En 1952 Richard K. Tompkins, director de Estudios Churubusco, emprendió sus primeras obras al frente de Dibujos Animados de México; con la colaboración de Ernie Terrazas y Edmundo Santos, consiguió un contrato para producir doce cortos animados para una compañía estadounidense. Se reclutó personal extranjero muy capacitado para impulsar este proyecto, entre los cuales estaban: Roger Daly, Dick Jones, Bod Partch, Tom McDonald y Lerry Ray. Algunos mexicanos involucrados fueron Carlos Sandoval, Claudio Baña, Miguel García, Fernando Tejeda, Arnulfo Rivera, Ignacio Rentería,  y Ernesto López.
Aunque sus obras sólo se distribuían en Estados Unidos, fueron una fuente real de trabajo para un gran número de mexicanos dedicados a la animación., hasta que Tompkins decidió dedicarse a otro tipo de actividades en el cine. En el año de 1956 se crea la Rama de Animadores del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica, cuyo secretario fue Ramón Villareal.
Un año más tarde, Jesús Martínez y Gustavo Valdés consiguen un acuerdo con Producers Associates of TV para producir algunas series de televisión infantiles; para esto crearon Gamma Productions, estudio integrado en gran número por animadores mexicanos. Algunas de sus obras fueron: Rocky y sus amigos, Waldo y el Oso Filmore, Hopity-Hop y Las fábulas de Esopo. Después de más de diez años de trabajo, el contrato terminó y la compañía tuvo que cerrar.
Fernando Ruiz, graduado de la Universidad Iberoamericana y posteriormente de la Universidad de California, creó la compañía Producciones Omega en 1961, en la que realizó El duende y yo de Tin tan, donde se mezclaba la animación y la acción real. Ruiz también tuvo la oportunidad de trabajar en el filme La espada en la piedra de Disney.
Poco a poco la animación comenzó a centrarse en el mercado publicitario y se crearon proyectos como Caleidoscopio de Jesús Martínez y Harvey Siegel. Por aquella época Adolfo Garnica ganó el Primer Festival Internacional de Guadalajara de Cine de Cortometraje con su filme ¡Viva la muerte! en 1965.
Después de un largo conflicto laboral en el cierre de Gamma Productions, los ex-trabajadores se quedaron con parte del equipo de la compañía y fundaron la Cooperativa Producciones Animadas. En 1972 realizaron un corto basada en la historieta Los supermachos de Rius (Eduardo del Río). La adaptación de personajes de historieta popular siguió su intento con un corto sobre Memín Pinguín de Yolanda Vargas Dulché; éste fue realizado por Carlos Sandoval y Alfredo Gutierrez.
La familia Telemiau, la primera serie animada de México, salió en la pantalla en 1972, pero no pudo competir con las grandes series provenientes de Estados Unidos. César y Ángel Cantón, en lugar de apostar a la competencia, firmaron un contrato con Hanna-Barbera, la compañía más importante en producción de series animadas para la televisión. El pacto consistía en desarrollar los proyectos de la empresa estadounidense. Se produjeron Los Picapiedra, Los Superamigos, Jossy y las melódicas, Scooby-Doo y se retocaron muchas otras series durante toda una década.

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